La Inmaculada, las tres divinas personas y el Espíritu Santo

Para entender a María y su estrecha relación con la Trinidad y en especial con el Espíritu Santo voy a resumir el misterio de la Santísima Trinidad en pocas palabras: el Padre engendra al Hijo, mientras que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo.

Ahora nos centraremos en el Espíritu Santo que es Fruto del amor del Padre y del Hijo. Fruto de amor creado es una concepción creada, sin embargo es eterno, por lo cual podemos llamar al Espíritu Santo Concepción Increada. Además es una Concepción Santísima, Infinitamente Santa, Inmaculada, que unifica al Padre que engendra y al Hijo que es engendrado en una misma naturaleza.

A través de la ley natural recibida por Dios las creaturas por su parte se perfeccionan, se hacen semejantes a Dios, regresan a él por medio del amor de Dios y el amor consciente de la creatura racional. La creatura totalmente llena de este amor es la Inmaculada, ya que nunca se apartó en nada de la voluntad de divina,  porque está unida de manera inefable al Espíritu Santo. Esta unión es sobre todo interior, de su ser con el ser del Espíritu Santo, que habita en Ella desde el primer instante de su existencia, siempre y para la eternidad.

En la unión del Espíritu Santo con María, no solo el amor une a estos dos seres, sino que el primero de ellos es todo el amor de la Santísima Trinidad, mientras el segundo es todo el amor de la creación. Y así en esa unión el cielo se une con la tierra, todo el cielo con toda la tierra todo el Amor Increado (eterno) con todo el amor creado.

Por lo tanto, en palabras de Pablo VI «María nos es presentada en el Concilio no como una figura solitaria destacándose sobre un cielo vacío, sino como una criatura sin igual, bellísima y santísima precisamente en razón de las relaciones divinas y misteriosas que la rodean, que definen su ser único… ´´ ( Aloc. 29-5-1946).

Basado en el libro de Jean François titulado La Inmaculada revela al Espíritu Santo

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