María, llena de gracia

Viene al mundo María, la Inmaculada Concepción, la criatura sin mancha de pecado, obra maestra salida de las manos divinas, la llena de gracia. Dios Uno y Trino mira la bajeza (humildad) de su sierva y «aquel que es Omnipotente’’ hace en ella «grandes cosas’’.

En efecto está «llena de gracia´´ desde su nacimiento, pero probablemente Dios va aumentando su capacidad de acoger más gracias a medida que pasaba el tiempo, ya que en el evangelio de San Lucas (2,41-42) cuando Jesús es perdido en el Templo dice «y su madre guardaba todas éstas cosas en el corazón´´

¡Qué hermosa esta plenitud de gracia, cuya sobreabundancia fluye copiosamente sobre nosotros siendo una fuente de gracia. Y en nosotros esta gracia no cesa de pertenécele a Ella y, en Ella de pertenecer a Dios. Y todo esto porque en el alma de María, Dios ha derramado la plenitud de sus riquezas por un milagro de su omnipotencia.

La Inmaculada tiene un amor tan perfecto desde su primer instante de vida, que el día de la Anunciación el Ángel pudo dirigirse a ella diciéndole «llena de gracia, el Señor es contigo´´. Podríamos afirmar que ella ocupa en la Santa Iglesia el lugar más elevado, por debajo de Cristo. No obstante, ella es la más próxima a nosotros.

Como dice Pablo VI: Aloc. 15-8-1966 «María es un espejo que refleja la perfección misma de Dios. Contemplando a María podemos ver en ella el ejemplo de Dios más sublime, el más completo, el más espléndido ofrecido por una criatura´´

Por lo tanto, confiemos en María, ella siempre nos llevará al Señor y pidámosle la gracia que necesitamos.

Gran parte del texto esta sacado del libro La Inmaculad revela al Espiritu Santo de Jean François Villepelee.

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